¡Soy delincuente por su culpa, mamá!
¡No culpe a la policía de mi desgracia!
El bandido de Jonás, que parecía estar poseído por el demonio, le gritó cruelmente a su madre:
—¡Soy delincuente por su culpa, mamá! ¡No culpe a la policía de mi desgracia! Y humillándola, le preguntó—: ¿Qué pretende remediar ahora con soltar en llanto?
Clementina se limpió un nudo de lágrimas con la yema de los dedos, y respondió siempre sacando a relucir su corazón de madre:
—¡No seas grosera conmigo, hijo, que él único pecado que he cometido contigo fue darte todo a manos llenas y cumplirte todos tus caprichos, sin saber que con eso te estaba mandando al precipicio!
—¡Y ahora va a tener que responderle a mi papá por lo de la infidelidad con Alcides Mata!—le gritó Jonás—Es posible que él se venga al país antes de sus vacaciones.