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ISBN 978-99979-0-322-8

Retrato de quien espera un pájaro
Antología poética personal

Autor:Campos, Gustavo
Editorial:Campos, Gustavo
Materia:Poesía hondureña
Público objetivo:General
Publicado:2019-03-28
Número de edición:1
Número de páginas:113
Tamaño:13.97x21.59cm.
Precio:L.150
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña


El primer libro que publicó Gustavo Campos data de 2005. Pero desde hacía varios años sabíamos de sus intensas búsquedas. Hacer y deshacer versos. Borrar y escribir de nuevo. Afanes por encontrar su propio camino en un periplo que lo condujo al centro de sí mismo. Escudriño que devino en reflejo de un mundo fracturado desde sus raíces más hondas. Un duro esfuerzo para conquistarse como poeta, pero también como ser humano. El itinerario de esos afanes se transparenta en esta antología que dice de lo arduo de la lucha consigo mismo, pero también con las punzantes piedras del entorno. Versos que hablan de caídas abisales y, a la vez, de las ansias por botar los lastres que frenaban su vuelo. Como Thomas Merton, un llegar a lo profundo del abismo como condición para ascender a la cima de la montaña de los siete círculos, acto propiciatorio previo a la visión del Reino Prometido.

En los años primeros, la negación fue su signo. Para el amor «no hay pájaros». «Un abismo desdichado el mundo interno». Lo que escriben los poetas no es poesía «es solo su reflejo». «La demencia roe con sus dientes de acrimonia la esperanza/ al hombre mismo a la palabra». Las esperanzas «son nada», «acostumbran llegar tarde». Y cuando lo hacen penetran en «lo más hondo de un sol caído». En realidad, «son laberintos disfrazados de atajos». Al desnudo, un hombre acorralado que camina hacia el límite de la autodestrucción.

En suma de naufragios, un ser humano asediado por fantasmas interiores incubados en las duras aristas de la realidad; pero, contra viento y marea, aferrándose a la huidiza esperanza. Atisbando una salida. Abriéndose paso hacia la salvadora ventana que oxigenara su angustia. Maniatado, pero ansiando la libertad de «alas frágiles al viento». Por ello, aunque como Sísifo lleve «rocas en las manos», se pregunta: «¿Habrá otra oportunidad para el brillo de unos ojos?». Tal vez —esperanzada palabra—, algún día, pueda estar «sobre una silla» sorbiendo la simbólica taza de café con «cuervos zorzales» que escarbaron en su herida. Capeando temporales, su espíritu no fue aniquilado y tiende sus versos «como un puente» hacia los otros. Por ello, en su formulada plegaria, ruega por el don supremo de la belleza, ancla de reconciliación. Clave para acceder a ese estado de alma que permite encontrar el sentido del vivir: «Amo, creo y espero,/ poesía, no destrucción, necesita el hombre».

Con un hermoso canto de amor concluye esta antología, auténtica radiografía de un proceso de conquista de sí mismo que también equivale a la conquista de la difícil y esquiva palabra: penetrar al recinto privilegiado de la poesía, el intangible paraíso prometido. Gustavo Campos, gracias a su tenacidad, puede decir con pleno derecho, «mi tiempo no fue en vano». En sus manos están las «herramientas y la llave/ para ser un verdadero poeta latinoamericano».

Helen Umaña

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