Reseña

La poesía bien podría considerarse como la forma más loable de expresar nuestros sentimientos. Sobresaliendo en el momento en que éstos salen del alma logrando construir una súplica que se llama empatía con la fraternidad humana; dentro de ese tratado de amistad que une a hombres y mujeres taciturnos, melancólicos y enamorados sin distingo de razas, credos políticos, religiones y tantos estigmas más creados por la sociedad, se desbordan como un alud de palabras dándole un verdadero significado a cada momento de nuestras vidas, bien sea de alegría, de dolor o de tristeza.

En ese constante dilema, sobre la existencia, sobre nuestra razón de vivir, siempre se ha alzado altiva, la voz del poeta, para romper los eslabones y grilletes que nos atan a una vida sin esperanza. De esta forma, encontramos que en los poemas en general, las alegrías y tristezas de los autores, alcanzan a darle fuerza a sus gritos, perdidos en lo infinito de los tiempos, sin importarle que su voz se pierda en la indiferencia, dejando una marca indeleble en la distancia, porque ellos han sido capaces de construir con sus odas y frases un espacio abierto a las esperanzas y los sueños y cerrado a los lamentos y decepciones. En esta obra quise plasmar un poco de todas estas emociones es por ello que exclamo “Recuerdos, historias / Se presentan hoy ante mí, / Como si fuesen el carrusel / En ese que cuando niño, jugué. / Ya no hay más… / El hastío de la soledad, / La insistencia de la melancolía / Que día a día. / Me abraza amorosamente…” Pero esas penas plasmadas en palabras en el fondo son un trágico reclamo porque me siento cruzando un túnel que me conduce hacia un punto inexplicable donde la vida depende más de lo que dejé de deparar el destino: “Toda mi vida fui / Triste, entregado y meditabundo, / Solo fui un peón más / En esta absurda realidad. / Llamada vida / Y que poco a poco, / Avanza incansable. / Hiriente, acabando / A pasos agigantados, / Con todo mi ser”.

Esto pasa en la realidad, y es que la voz del poeta no se deja escuchar como un reclamo sino como un breve sollozo o clamor en contra del amor y el dolor que causan la nostalgia y la soledad. De mi ser es esa suplica, declamada a los vientos para liberar todas esas emociones aprisionadas en mi interior, espero y sean de su total agrado.