¡Luz verde, paisa!
Usted, está ante una obra narrada en primera persona, con la crudeza necesaria y justa para poder comprender la voz interna del personaje principal, por quien será capaz de experimentar diversas emociones conforme avance la lectura, y de quien será testigo. Todo esto, le permitirá desarrollar su propio criterio, no para juzgar, sino para compartir con otras personas, porque su experiencia será multiplicadora.
El uso de lenguaje coloquial, malsonante y regional, está a la medida. La combinación perfecta para sumergirle en aguas turbias y luego salir con una nueva lección aprendida. De igual manera, se ha considerado la necesidad de anexar un vocabulario al final de la obra, en el cual se incluyen los vocablos que muy posiblemente usted desconozca.
Si hemos de clasificar la obra, cabe destacar que reúne las particularidades de una novela corta, fácil de digerir y con un contenido que aportará algo positivo a su desarrollo cognitivo y social.
Tomando en consideración el ambiente de la obra, será prudente justificar que, como en toda familia hay una víctima o un victimario, cualquiera de los roles podría ser usted. Nadie está exento, nadie podría tirar la primera piedra, porque la ruleta gira y gira sin parar.
¡Luz verde, paisa!, está orientada a develar una realidad sociocultural de la cual somos parte, pero difícilmente abordamos por temor a recibir un castigo antisocial, o peor aún, castigo político. Un asunto que tomó forma y fuerza libre luego del año 2014.
Esta historia, no pretende ser acusativa, ni mucho menos implicar a nadie, excepto a usted y lo que hará luego de la lectura.
Entre los temas recurrentes que nos ofrece esta obra, están: crimen, corrupción, prejuicio, perdón y cambio. Un cóctel quizá mórbido, similar al que leemos diariamente en los periódicos locales, solo que, sin amarillismo ni sensacionalismo, mucho menos polarizado.
Como uno de los temas pilares, el prejuicio es un acto natural del ser humano, necesario para tomar decisiones, para elegir. No podemos ver a través de la ventana con los ojos del prójimo, porque vivimos diferentes contextos. De tal manera, se nos brinda la oportunidad de conocer la vida de varios personajes cuya realidad podría resultar emocionalmente conmovedora.
Otros dos elementos muy distintivos de esta historia, son el perdón y el cambio. Del primero, como seres humanos, nos resulta difícil otorgarlo y a veces nos llenamos de orgullo ante la posibilidad de pedirlo; ahora bien, imaginemos a las personas que están tras las rejas pagando una condena, su proceso no es más fácil que los que estamos del otro lado. Luego, surge la necesidad de algo más sublime, el cambio, que no suele dar confianza a cualquier persona.
Como lectores, tendremos nuestra postura ante el asunto contextual de esta obra. Será justo advertir que, para poder dilucidar su propósito procedamos voluntariamente, sin expectativa y sin predisposición debido a su contenido.
Lo que a continuación usted va a leer, no es una historia más de ciudadanos convictos, ni mucho menos encontrará un argumento protestante. Lo que sí percibirá a grandes rasgos, será la convergencia de dos mundos: el de los que están afuera y el de los que están tras las rejas. Dos mundos paralelamente humanos, donde todos tenemos la misma oportunidad de ser libres, por siempre, si así lo deseamos de corazón.