Cuando muera, le contaré a Dios lo malo que fueron ustedes con mi madre y conmigo.
Su madre le pidió a Mateo que le ayudara para poder sentarse, entonces él la tomó de un brazo y le ayudó. Fredy también intervino en la conversación, diciendo:
—Sus hijos son unos irresponsables con usted, señora. Con sus acciones demuestran que no les interesa lo que a usted le pase. En realidad, no entiendo cómo sus hijos se comportan tan mal con usted. Y parece que todos fueron cortados con la misma tijera.
—Sus hijos no tendrán perdón de Dios, mamá—dijo Mateo.
A su madre le costaba mucho hablar por los problemas con su respiración; pero haciendo un enorme esfuerzo, expresó:
—Ahora ya comprobé que ellos no me quieren. Que no puedo contar con la ayuda de ellos y lo mejor será que me muera. Ya muerta no sentiré el desprecio de mis hijos, ni las hambreadas que estoy pasando. Por eso te pido, hijo, que si puedes desde hoy vayas cavando la sepultura donde me vas a enterrar, con la ayuda de Fredy.